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Prior to the National Eucharistic Congress in Indianapolis last July, communities across the nation participated in Eucharistic processions in the streets, where priests carried our Lord out in the open for all to see. After one of these processions, a friend of mine shared with me that along the way, they passed a herd of sheep, who began walking alongside them. Further down the road, they passed some cows who were out to pasture. The cows looked at them quizzically at first, and then also began walking alongside them in procession. How incredible!!
As I imagined what it would be like to witness how even the animals sensed the presence of Jesus and followed along, it reminded me of the first Christmas. In that rugged semi-outdoor atmosphere, the sheep and cows knelt before our newborn Lord in adoration and kept him warm with their breath. Several years ago, our parish hosted a display of Eucharistic miracles, and many of them also recounted the uncharacteristic behavior of animals in the presence of the consecrated host.
If even cattle recognize our beloved Lord and follow Him, how much more so should we! The birthday of Christ our King is in just four days. Are we ready to bow down before him in homage and offer Him the gift of ourselves? Are our hearts filled with praise as our first reading proclaims? “Shout for joy, O daughter Zion! Sing joyfully, O Israel! Be glad and exult with all your heart, O daughter Jerusalem!…The LORD, your God, is in your midst, a mighty savior…”
I can’t even imagine how the people of that time felt, those who had been waiting for centuries for His arrival. He was really here, just as He promised! The time had come! I’m sure the hearts of each and every shepherd, magi, and visitor burned within them, just being in the presence of the Almighty. Heaven had come to earth!
And the same happens to us at every Mass when Jesus comes to us, comes into our very bodies to abide in us. Does your heart burn within you? Do you shout for joy? If not, now is the perfect time to examine why, and to make a change in order to celebrate the most joyful Christmas ever.
Antes del Congreso Eucarístico Nacional en Indianápolis el julio pasado, comunidades por todo el país participaron en procesiones eucarísticas en las calles, donde los sacerdotes llevaban a nuestro Señor al aire libre para que todos lo vieran. Después de una de estas procesiones, una amiga me contó que, en el camino, pasaron al lado de un rebaño de ovejas, que comenzaron a caminar junto con ellos. Más adelante, pasaron al lado de unas vacas que estaban pastando. Las vacas miraron a la gente con curiosidad al principio, y luego también comenzaron a caminar junto con ellos en procesión. ¡Qué increíble!
Mientras imaginaba cómo sería presenciar cómo incluso los animales percibían la presencia de Jesús y lo seguían, me recordó de la primera Navidad. En ese ambiente dura y medio al aire libre, las ovejas y las vacas se arrodillaron ante nuestro Señor recién nacido en adoración y lo mantuvieron caliente con su aliento. Hace varios años, nuestra parroquia albergó una exhibición de milagros eucarísticos, y muchos de ellos también relataron el comportamiento inusual de los animales en presencia de la hostia consagrada.
Si hasta el ganado reconoce a nuestro amado Señor y lo sigue, ¡cuánto más debemos hacerlo nosotros! El cumpleaños de Cristo nuestro Rey es en tan solo cuatro días. ¿Estamos listos para inclinarnos ante él en homenaje y ofrecerle el don de nosotros mismos? ¿Nuestros corazones están llenos de alabanza como proclama nuestra primera lectura? “Canta, hija de Sión, da gritos de júbilo, Israel, gózate y regocíjate de todo corazón, Jerusalén…. El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador, está en medio de ti.”
No puedo ni siquiera imaginar cómo se sentía la gente de esa época, aquellos que habían estado esperando su llegada por siglos y siglos. ¡Él realmente estaba allí, tal como lo había prometido! ¡El momento había llegado! Estoy seguro de que los corazones de todos y cada uno de los pastores, magos y visitantes ardían dentro de ellos, solo por estar en la presencia del Todopoderoso. ¡El cielo había venido a la tierra!
Y lo mismo nos sucede a nosotros durante cada Misa, cuando Jesús viene a nosotros, entra en nuestro propio cuerpo para habitar dentro de nosotros. ¿Arde tu corazón? ¿Gritas de alegría? Si no es así, ahora es el momento perfecto para examinar por qué y hacer un cambio para celebrar la Navidad más alegre que jamás hayas tenido.
Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time at Diocesan, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.
Feature Image Credit: Leo_Visions, unsplash.com/photos/a-close-up-of-a-sheep-in-a-field-XaFqEeTbWDQ
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